#1
Habla sucio conmigo...
La gente dice que no tengo vergüenza. Y tienen razón.
Me gusta mi trabajo sucio y mi sexo aún más sucio. Hace falta mucho para inclinar mi brújula moral, y bailar como stripper privado para mujeres cachondas de los suburbios ni siquiera se registra. Tampoco lo es el hecho de acostarme con ellas después cuando me apetece -es una de las ventajas del trabajo-, pero siempre es una sola vez. No repito actuaciones. Nunca.
Hasta que conozco a la única chica de todo Chicago que no está interesada en follar en seco con mi pene. Ella es todo lo que puedo pensar, y eso es un problema, porque me aseguré de que no quiere nada conmigo. Pero he visto sus secretos más profundos, sus fantasías más oscuras, y coinciden con las mías.
La quiero. Y mucho.
Ahora necesito mostrarle lo bien que se puede sentir... ser desvergonzado.
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